Yo, Salieri

Tercera acepción del prefijo Meta-, según la Wikipedia:

3.- También puede significar “que trasciende”, “que abarca”, en términos como "metalenguaje", significa que el concepto que designa el sustantivo recae sobre sí mismo, en este caso, hablaríamos de un lenguaje que reflexiona sobre el lenguaje mismo; "metaliteratura" es la literatura que analiza el concepto literatura.

Y yo vivo en ese prefijo constante: fuera de las cosas, sin conseguir que me lleguen, deambulando por su exterior. Demasiado selfconcious como para dejarme llevar. Mirando con curiosidad casi científica y una buena dosis de envidia a los que pueden hacerlo, a los que saben hacerlo. Porque yo no. O yo rara vez.

Si estoy leyendo un libro es fácil que acabe saliéndome de él y se me llene la cabeza de preguntas. ¿Qué está queriendo hacer este autor? ¿Adónde quiere llevarme? ¿Con qué recursos? Y claro, no queda hueco para que me entre la historia por los poros. Barrera de comentario de textos levantada durante mis años de estudiante. Barrera de coral que araña y rompe porque muchas veces la historia o las ideas no pueden pasar.

A las pocas páginas me saltan las alarmas:  este tío es un pedante, esta señora se pincha, este petimetre se ha documentado leyendo tapas de yogur, esta soplagaitas tira de tópicos que lo flipa. Y así van cayendo maniqueísmos, lugares comunes, "en mi mente", errores de concepto, ideología. Y qué decir de faltas de concordancia, leísmos, laísmos, palabrería pomposa y demás. Un desastre. Un puto desastre esta manía mía.

Soy el Salieri de Amadeus que odia a Dios y le declara la guerra porque le ha dado la virtud de admirar la grandeza de su envidiado pero no el talento para igualarlo. Pero yo ni siquiera soy un Salieri. Mis argumentos cojean, la impaciencia me come y no reviso mis textos, salto de un asunto a otro, cometo faltas, no sé puntuar. No sé escribir pero soy una crítica feroz de todo lo que leo. Y sólo detectar un indicio de que puedo estar tratando con un borrico pomposo me quita las ganas de seguir. Hay mucho borrico pomposo escritor, no me fastidies. Y mucha borrica pomposa lectora: servidora, para lo que gusten.

Y así he pasado de lectora compulsiva, de ratón de biblioteca, de oruga voraz a señora que no lee.

Esta no es la única razón. Pero es importante.

Comentarios

  1. A mí me pasa algo parecido. Tiendo a etiquetar al escritor, a buscar "su arbol genealógico literario", de dónde han salido sus ideas, sus personajes, los emplazamientos de sus obras..... pero aún así, leo.
    Yo tengo otra manía: me cuesta muchísimo dejar un libro a medias. Por muy malo o tostón que me parezca, intento llegar hasta el final (y he leido libros muy malos). Como muestra de respeto hacia el autor, que a lo mejor tambien pensaba que era un rollo de libro y aún así, se esforzó en darle forma hasta la última página (o a lo mejor sólo escribió el libro para ganar dinero, cada uno es libre de hacer lo que mejor le parezca...). O porque pienso que al final va a dar un giro drástico y va a merecer la pena. O simplemente, porque no tengo ningún otro libro en perspectiva en ese momento. Pero siempre hay un libro empezado (o más de uno).
    Sigue leyendo!!! Y escribiendo.

    ResponderEliminar
  2. Respuestas
    1. No, no se pega. Lleva años siendo así. Otra cosa es que lo cuente ahora.

      Eliminar
  3. Las cosas están así: Has leído demasiado a Dan Brown.

    Ahora entiendo ciertas cosas.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares