Gracias por venir

Gracias por venir. Me he pasado casi 48 horas (¿más, menos?) repitiendo la única frase que me salía. Era esa o Menuda mierda. Esta última algo menos formal para la ocasión.

He abrazado mucho. Mucho. Venían a abrazarme a mí, que no tenía consuelo, y yo les consolaba a ellos. Les acariciaba la nuca y les decía "ya, ya..." o "lo sé, lo sé" e incluso "ya está, tranquilo, tranquila". Y era agradable, suave. Todos esos cuellos temblorosos. Todo ese amor.

Otras veces me tiraba como a un madero que flota en el mar, en plancha, y me agarraba para no perderme en la niebla. Y era yo la que me derramaba en hombros ajenos, sabiendo que no había orilla y que sólo quedaba dar besos, abrazar y un caldito de puchero tras otro donde cómo iba a poder comer nada si él ya no podía.

He callado. He callado hasta quedarme sola o con mi costillo. Y he apoyado la frente en el cristal y las manos y bajito le llamaba para que se levantase. Sabiendo que no. Preguntándole cuándo iba a volver, por qué no se dejaba de tonterías y se levantaba de una puñetera vez, dónde estaba. Y otras veces me quedaba ante la puerta leyendo su nombre y le decía al rótulo en voz alta, cabreada, que ese no era él, que ahí no estaba mi padre. Y me enfadaba preguntándole dónde narices se había metido. Y quería buscar un rotulador gordo, negro, para tachar esa puta palabra: FALLECIDO. Y todo eso me pasaba por la cabeza sabiendo que era mentira, que parecía una loca, pero sin poder dejar de hablarle todo el rato.

Mi costillo, pobre, lloraba al oírme decir esas cosas mientras el suelo se abría a mis pies y el mundo se me desplomaba encima.

Luego volvían los abrazadores que querían consolarme pero buscaban consuelo. Y me decían que habían perdido a un hermano, a un amigo, a un ser insustituible. Los que podían hablar, claro.

Pero cuánto amor, madre, cuánto amor. Qué suerte tengo: cuánta gente quería a mi padre. No se cabía allí, sigo sin dar a basto a besos, a mensajes, a llamadas. Todos me cuentan cuánto lo querían, qué buena gente era, qué divertido, dicharachero, buen amigo, inteligente, culto, generoso, buen conversador... Mi padre se ha ido rodeado de amor, con las ganas de vivir intactas, sin enterarse. Qué buena muerte, papá, qué buena muerte si es que ese concepto existe. Pero qué temprana y qué injusta.


Comentarios

  1. Cuanto lo siento, no creo que existan palabras que puedan consolarte. Sólo puedo ofrecer mi compañía para cuando te sientas sola. Un beso grande para ti y un abrazo al costillo.

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  2. Jo, cielo, lo siento mucho. Montones de besos.

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  3. Y cuánta gente te quiere a ti...un abrazo fuerte. Y ya sabes dónde estamos.

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  4. Bich lo ha dicho muy bien. Os quiero. Un beso fuerte.

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  5. Aunque no te conozco de nada permìteme dejarte mi mas sentido pesame (Suena igual de falso que cuando lo pensé antes de escribirlo, pero sentì que tenía que decir algo)
    He vivido esa situación ya en cinco ocasiones, no termino de adaptarme a esa costumbre. Personalmente me sobra toda esa gente y esa parafernalia, preferiría algo más íntimo, supongo que soy un poco raro.

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  6. Me sumo a los querecios de Bich y Gordi. Es imposible decir nada en esa situación, pero yo también os quiero y os mando un abrazo muy fuerte, a ti y a tu costillo. Mucha fuerza.

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  7. Yo sólo voy a mandarte un besazo muy fuerte y un abrazo virtual y lanoso lleno de cariño.

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  8. Todos los besos son pocos ... así que todos y esos y más de mi parte.
    ánimo y mucha fuerza.

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  9. Lo siento mucho.
    Mi padre murió el 21 de septiembre y has descrito muy bien lo mismo que yo sentí.
    Un abrazo

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