Lluevo (I)

Lloro. Lloro y lloro. No todo el tiempo, no mucho rato. Suave y bajito, sin histrionismos. Más que llorar, lluevo. Lluevo casi sin querer, gotas templadas, redondas y lentas sobre mi regazo.

A veces, por la mañana. La carretera y yo. Y los tontos que ponen las antinieblas cuando chispea, aunque haya atasco. Es un permiso que me doy. No hago daño a nadie, no hay preguntas. Al entrar en el edificio me seco los ojos, me sueno la nariz y estoy a salvo. A salvo de las palabras y las dudas. Unas horas sacando trabajo, manteniendo mi cabeza en organizar, producir, gestionar. Ese Tetris que me calma.

Y también de noche. Cuando la cocina está recogida y la niña acostada. Se me encoge algo dentro hasta hacerse un nudo de pañuelo. A veces de tan fuerte apretado que cuesta respirar. Otras suave que se deshace en el agua de las lágrimas, pañuelo de tela húmedo y estampado. Me aburre leer ahora, así es que desconecto jugando a formar filas y columnas de ranas y ositos. Line Pop. El nuevo Jewels, tan simple, tan adictivo. Hortera como sólo los japoneses saben ser. Caen los dibujos y a mí se me empieza a caer el cansancio por las mejillas, rodándome esta tristeza vacía piel abajo.

Comentarios

  1. Cuidado con esos juegos, Dama Bere, que son un cometiempo. Si le relajan, ya sirven para algo, pero un libro tampoco es cosa desdeñable. Pruebe, si quiere, con Terry Pratchett, que es baratito y se ríe uno mucho con él.

    Ánimo.

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