Erik el Rojo
Esa canción eres tú, no importa que no lo sepas. Es la cadencia perfecta para hacer el amor, me dijiste. A mí, que ni había dado el primer beso, ese tipo Spiderman, al revés, que fue el principio y con el que sellaste algo que aún no sé cómo llamar.
Demasiado avergonzada para despegar los labios, aparté la vista. Qué carajos iba yo a saber de ritmos, amor o polvos por aquel entonces.
Te gustaba provocarme. Supongo que te divertía. Para mí eras el maestro, el summum, el amo y señor. Qué vergüenza ser tan débil. Qué vergüenza que aprovecharas esa ventaja.
Pero no odio la canción, a pesar de ti. A pesar de encontrármela cada poco, clásico entre los clásicos. Sólo me molesta acordarme de tus palabras así, asalto en medio de la nada. Y doy manotazos en el aire para espantar las notas, tu presencia y el rencor. Y casi casi lo consigo.
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