Del amor blandito y no tienes poder sobre mí
Llevo unos días dándole vueltas a este tema, más que nada por verlo escrito. Porque para ello debo organizarlo, escoger las piezas que forman el marco del puzzle, intentar (en la medida de lo posible) alisarle las arrugas, alejarme un poco y mirar así la obra impresionista, la bóveda celeste para descubrir oriones y falsas leyendas.
La sensación que intento describir podría definirla como de “acolchamiento”. Y es buena, pero es mala. Es bien, pero es mal, como se diría en Twitter.
Bien, porque protege y todo viene como de lejos. Como estar en el agua y oír una voz que viene de fuera, como tapones de espuma en los oídos, como estar envuelta en un edredón de plumas y la cabeza debajo, respirando suave, blando, blanco y beig. Bien porque es sentir que lo feo, lo estridente, lo que podría romper, resbala por la piel como con aceite de almendras (TAN agradable). Bien, porque es como ver la peli de otro, creyendo que no es a ti.
Mal, porque todo lo anterior es falso. Decorado de cartón que se moja a la más mínima. Mal, porque es tuyo y no lo sientes, no lo vives, no lo cabalgas y dejas atrás. Mal porque, si no se atraviesa, se enquista. Y mal porque, al no salir, luego es válvula a presión de terremotos y berrinches infantiles que al final acaban doliendo tanto como la picadura de una avispa. Pequeñito y redondo pero que va haciendo ondas de dolor hasta alcanzar donde no quieres.
Del amor blandito es eso, sonrisas a media luz, qué poco me cuesta sonreír. Es sentirme blandita y suave, es no sentir.
No tienes poder sobre mí es que no me puedes alcanzar.
Y al leer ambas frases juntas o en poco espacio de tiempo, he entendido que es una señal divina como otra cualquiera (que podría haber sido un soplo de viento o que me cague un pájaro) para escribir de una vez qué es eso del acolchamiento y si es angelito o satanás.
Y me dice alguien experto en la materia que no es bien, para nada.
Pero mientras tanto… oye, mientras tanto. ¿No?
¿Que el acolchamiento no es bien para nada? Pues estoy jodida, porque sin eso yo muero, no se el rseto.
ResponderEliminarComo sea, mientras tanto, porfaplis.
Yo estoy contigo en que si no lo cabalgas y dejas atrás (me ha encantado esa forma de expresarlo), acaba enquistado y saltándonos encima después... y supongo que una vez más, debe de haber en algún sitio un término medio entre acolcharse sin sentir y que todo resbale como aceite y vivir cada sensación hasta las últimas consecuencias, todo intensidad, montaña rusa ingobernable y mucho drama y dolor. Debe de haberlo...
ResponderEliminar(Y yo no habría asociado nunca la expresión “del amor blandito“ con ese acolchamiento y no sentir... qué curioso)