Echar de menos
Echar de menos la idea de un consuelo. La idea, porque no es tangible pero, sobre todo, porque nunca ha existido. Echar de menos un cariño inexistente y unos lazos que no se ataron jamás. Echar de menos tu presencia, cuando no es que te marcharas, es que no habías venido.
Echar de más, porque me sobra, esta sensación de fracaso y de culpa por escribir en el aire lo que necesitaba. Por crear tu figura compactando jirones con las nubes. Y duele ser Antoñita la Fantástica en esta despedida que no es, porque no hubo bienvenidas. Las dibujé en mi cabeza.
Porque no lo sabías, no querías, no te importa, no me conoces y yo, simplemente, te inventé.
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