Del amor blandito y no tienes poder sobre mí (explicación)

(POST con y sin explicación)

He escrito un post. Se llama Del amor blandito y no tienes poder sobre mí. Ambos títulos de la mano de fle. El primero, por ser parte de su blog; el segundo, por ser una frase de una de mis películas favoritas y citarlo ella en twitter no hace mucho.

Aquí explico el post lo más claro y breve que sé, a ver si me sale.

De una forma u otra, por una u otra causa, tengo tendencia a la depresión suave. La depresión para mí no es estar triste y llorar (a ratos) sino que también es, dependiendo de su gravedad, una visión de una especie de pozo oscuro del que no sé salir, un paño negro que me cubre la cabeza. Ya estoy con la retórica ¡concéntrate, Bereni-C!.

En cualquier caso, no sé si con la edad o por qué, he descubierto que a veces, cuando no estoy bien, el estado de abatimiento y desesperación cambia. Y cambia porque llega a su cénit, a lo máximo, y de ahí, en vez de caer en picado desde lo alto de la montaña de la angustia, me deslizo blandamente por las nubes, saltando de una a otra (booooing booooooooing). Es un momento estupendo, porque me libera como si abriera la espita de la olla a presión y me siento flotar, tranquila, relajada. Tanto es así, que hasta me parece tener la piel más suave (#encerio).


Es una relajación de palo, y por eso también me crispo súbita y violentamente, pero ese periodo de descanso me hace bien. Porque es como si me cubriera una capa de aceite (con olor a almendras, of course): todo me resbala. Esos días estoy callada, tengo la impresión de que hablo menos y más bajo, todo me viene como de fuera, como si tuviera los oídos taponados con algodón (mi corazón envuelto en porexpan, nada puede dañarlo). Está bien eso.

Bueno, pero no está bien. Porque no es real. Así es que es una huida hacia dentro (
mode avestruz on) en la que no afronto, ni peno, ni atravieso ni resuelvo nada. Por eso es malo. Porque yo sigo mal y sigo sin querer ver a nadie, sin poder concentrarme en la lectura, sin querer salir a la calle, sin querer hacer otra cosa que no sea meterme en la cama y taparme con el edredón.

Y de ahí nació el post que podréis leer mañana.

Comentarios

  1. No está nada bien dejarnos con la miel en los labios. Que lo sepas.

    ResponderEliminar
  2. He leído el post antes de leer la explicación y pensaba... joer, qué casualidá. Y mira, ahora leo el resto y pienso, qué bien te queda el título y qué guachi es esa película.

    Creo que, para sobrevivir, a veces nadie puede tener poder sobre nosotras, sobre todo, ni nosotras mismas.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares