Los candados

Tanta conexión, tan lejos pero tan cerca, a mi lado, al tuyo. Pero no poder tomar tu mano para apretarla un poquito y dar calor, cariño y amarillos. Si yo pudiera. Si yo supiera.

No sé cuándo me he vuelto tan desconfiada, tan lejos y tan de piedra. Por lo inmóvil digo. Tan que yo no soy lo que tú necesitas. Que yo no puedo tener la soberbia de ser bálsamo pero sí el dolor de nunca jamás llegar a serlo.

Cuándo me ha podido el desánimo y la losa de la impotencia. El candado de plomo que me cierra la puerta de los abrazos. Porque no son queridos ni necesarios porque son míos.

Y así es como de tu dolor nace el convencimiento de mi estupidez.

 

Comentarios

  1. Tú no eres estúpida. Ni de lejos.

    Me gustaría poder decir algo para que te sintieras mejor pero no sé qué te pasa...

    Un beso y un achuchón.

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  2. No sé el motivo de este post, pero sí te puedo decir que a mí tu calor me llega y muchas veces me ha aliviado el dolor, la angustia, el hielo dentro.

    Y de estúpida tienes menos que nada...

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