Cruces

Te estás yendo de a poquitos. Creo que lo sé desde el primer paso a destiempo.

Pero ahora el miedo es distinto porque está muy lejos, como debajo de varios almohadones. Está cansado, ha dejado de luchar. Es lo que hay y es estúpido derrochar energía inútilmente.

¿Eso es que estoy madurando?

En un momento concreto ha llegado el cruce de caminos. Y luego la bifurcación. Y luego.

Te me escapas entre los dedos como la arena. Porque nunca has sido de mi propiedad, faltaría más. Ya sé que no te debes a mí, ya sé que no te pondrías de mi lado incondicionalmente. Pero me he acostumbrado a ti. No es eso, pero no sé explicarlo. Te estoy echando de menos y aún nos queda tiempo. Pero déjame decirte que me dueles.

Entre las mil cosas que he aprendido este año, está la de no ser la zorra de las uvas y tirar el puñado de arena por la ventana, con rabia, incapaz de soportar las despedidas lentas tácitas que no son despedidas sino adioses. Tú no me abandonas, es que yo no te quiero a mi lado.

Pero ahora estoy intentando no hacerlo. Y por el momento me está saliendo. No prometo nada.

Quiero disfrutar de tu compañía tanto como pueda. Hasta que sigas caminando y te pierda el rastro. Sólo quería que lo supieras. Bueno, no. Sólo me he dejado llevar por el impulso de escribirlo.

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